viernes, 26 de abril de 2013

Herencia


Es indispensable entender que las promesas de Dios son herencia. Herencia quiere decir que tú no tuviste que trabajar por ellas, que no te las puedes ganar, sino que han sido entregadas a ti, por la relación que tú tienes.
Pero hay un aspecto de responsabilidad dentro del concepto de la herencia. Tú no la trabajaste, sino que la obtuviste por relación. No te la ganaste, pero la puedes perder. La puedes botar, pero no te la puedes ganar.
Donde usualmente fallamos es en no cultivar esa relación que es la que nos permite a nosotros disfrutar verdaderamente de la herencia.
El hijo pródigo, en Lucas 15, perdió su herencia. La desperdició, la botó, mientras estaba separado de la relación que le daba derecho a aquella herencia. Cuando restauró la relación, tuvo derecho a la nueva parte de la herencia que le correspondía. Pero la separación de la relación fue lo que hizo que perdiera y desperdiciara aquello que le pertenecía.
Si tú quieres manifestar las promesas de Dios, tú tienes que entender que no hay nada que podamos hacer para que se manifiesten, porque son un regalo, son parte de tu relación. Lo único que tú tienes que hacer es mantener tú relación y, luego de recibir esa herencia, entonces mantenerla, duplicarla, mostrar que eres capaz, que eres maduro, para poder disfrutar de esa herencia.
Las promesas de Dios son por gracia.
No nos merecemos aun lo que tenemos en el día de hoy. Ha sido por la gracia de Dios, ha sido por nuestra relación con Cristo. Incluso, aunque tú no tengas relación con Dios, tú tienes vida por causa de que Dios te ama, porque es él quien pone el soplo de vida en ti cada mañana, es él el que hace que salga el sol para buenos, y para malos. No fue el despertador quien te levantó esta mañana, fue el Dios Todopoderoso que envió su soplo de vida y te levantó. Por gracia y misericordia de Dios, tú estás vivo.
Ojalá tú entendieras quién tú eres para Dios. Lo que tú tienes en tu vida es por herencia. No se trata de la religión, o de tu esfuerzo. Tenemos que esforzarnos, y tenemos que trabajar, pero no es eso lo que te gana acceso a las cosas que Dios te ha prometido, sino que son la gracia y la misericordia de Dios que te han alcanzado y, por causa de tu relación con él, tú tienes herencia.
La sanidad es herencia; la prosperidad es herencia; la paz es herencia; el gozo es herencia.
La pregunta es: ¿Cómo puedes disfrutar de esa herencia? La herencia tú la puedes disfrutar únicamente si llegas a un grado de madurez.
¿Por qué razón muchas promesas no se manifiestan en la vida del creyente? Porque no sabemos que son parte de nuestra herencia. Pero la clave está en que no puedes disfrutar verdaderamente de tu herencia, si no maduras espiritualmente hablando.
Dice la biblia que, mientras el niño es niño, es heredero, pero tiene que ser puesto bajo tutores, hasta el tiempo designado por el padre. ¿Qué tiempo es el designado por el padre? El tiempo en que tú has llegado a la madurez de manejar aquello que te pertenece por relación. 

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