miércoles, 30 de marzo de 2016

Palabra fresca

31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Hechos 4:31
Pedro y Juan pasaron una noche encarcelados por predicar la palabra. Fueron amenazados, en un intento por impedir que siguieran hablando y haciendo señales en nombre de Jesús. Aún así, al ser liberados, regresaron a los suyos y, estando reunidos con ellos, pidieron denuedo y les fue concedido.
El que pide denuedo es el que tiene resistencia. Si pidieras que el problema fuera quitado, y más adelante enfrentaras una situación similar, no tendrías la experiencia de haber pasado ya por eso; no tendrías resistencia, no tendrías denuedo. El denuedo no es algo que viene porque sí, sino que viene por hacer algo una y otra vez, hasta que se convierte en parte de ti.
Aquellos hombres pidieron denuedo para predicar la palabra, pero esto no llegó tan solo por aquella oración, sino también porque ellos reunían los ingredientes necesarios para que Dios depositara algo especial en sus vidas.
Los apóstoles fueron amenazados para que no predicaran en nombre de Jesús, y ellos fueron a los suyos. Fueron a reunirse con el grupo con el que ellos habían estado recibiendo el Espíritu Santo, recibiendo la palabra; fueron a su iglesia.
Uno de los errores más grandes que cometen los cristianos es que, cuando tienen problemas, o cuando tienen un poco de éxito, lo primero que dejan de hacer es ir a los suyos. Pero, cuando estamos bien plantados con los nuestros, no importa si estamos en victoria o en persecución, siempre regresamos a nuestro lugar.
Pedro y Juan se encontraban en el mejor momento de su ministerio. Los enfermos sanaban, los que escuchaban se convertían, les seguían milagros y prodigios. Pero, al mismo tiempo, estaban viviendo la mayor persecución en sus vidas y, en lugar de hacerse víctimas y alejarse, volvieron al lugar de donde salieron, a los suyos.
El que tiene denuedo es aquel que tiene sus pies plantados en el lugar correcto, el que sabe que tiene que volver al lugar donde recibió inspiración, donde recibió palabra.
Tu bendición está ligada a tu iglesia, a ese grupo de personas, al grupo de oración, a la manifestación del Espíritu Santo, y al hecho de que tú estás allí recibiendo palabra fresca. 

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