lunes, 9 de noviembre de 2015

Abrir caminos

“Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas Que te hacen divagar de las razones de sabiduría.” Proverbios 19:27
“Cuando vayas a la casa de Dios, guarda tu pie. Acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios, quienes no saben que hacen mal.” Eclesiastés 5:1
Cuando oyes de la palabra de Dios, te conectas con el cielo.  El milagro está en lo que oyes en la casa de Dios.  Jesús dijo que, lo que escuchas, se te es añadido.  ¿Por qué muchos escuchan la palabra de Dios, pero no todos reciben el milagro esperado?
La parábola del sembrador, en Lucas 8, dice que el sembrador salió a sembrar, pero parte de la semilla cayó junto al camino, y las aves se la comieron; pero otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto al ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga.
Has recibido la semilla, la palabra de Dios; no permitas que se pierda.  Procura ser tierra fértil y dar fruto al 30, al 60 y al ciento por uno.  Oye la palabra, atesórala en tu espíritu y créela con todo tu corazón, aunque las circunstancias sean adversas. 
Todo lo que necesitas, está dentro de ti, y se activa cuando escuchas la palabra de Dios.  El problema está en desconocer todo ese depósito de Dios en tu vida. 
Atesora la palabra en tu espíritu; llénate de fe; cree, para que subas a otro nivel espiritual; no te rindas.  Jesús dijo, en Juan 6:63: El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
El mundo anuncia las malas noticias: Corrupción en el gobierno, decadencia moral, de valores, en la economía y socialmente; pero que esto no te detenga de seguir escuchando la palabra de Dios.  Sigue orando, declarando sobre tu tierra.  Cumple el propósito de Dios en tu vida.  Verás cómo comienzas a impactar a todo aquel que te rodea, tus hijos, familiares, compañeros de trabajo, empleados, vecinos y verás cómo tu país y tu ciudad se levantan y reverdecen.  Tu esfuerzo quizás no será mucho, pero hazlo creyendo, pues esto no se trata de ti, sino del Dios al que le servimos.
No creas las malas noticias que el mundo dice.  Proponte ir a la casa de Dios a escuchar su palabra; atesórala y créela. Únete a las personas correctas y, en el momento correcto, verás milagros ocurrir, no tan sólo en tu vida, sino también en tu trabajo, en la empresa, en tus finanzas y en tu ciudad.  Dios manifestará su gloria y abrirá caminos para ti y los tuyos

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