domingo, 14 de enero de 2018

Tarea

¿Qué son los hijos? Salmo 127:3 “He aquí, herencia de DIOS son los hijos; cosa de estima, el fruto del vientre”. Los hijos son una bendición, no los conviertas en una molestia. Oigo muchas veces comentarios de madres sobre sus hijos tales como:”Ya me tiene harta, si no hubiera nacido”, “¿Y ahora que hago con él? Me ha destrozado mi vida y mi futuro”, “¡Qué asco de vacaciones, ahora tengo que cargar con él y aguantarlo todo el verano!”. Creo que sobran las explicaciones.
Los hijos son herencia de Dios, son una bendición aunque nos den muchos problemas. Deben ser muy preciosos e importantes para ti, y por lo tanto si eso es así entonces:
1. Edúcalos y disciplínalos según nos enseña la Palabra de Dios. Ser madre es algo maravilloso. No hay gozo como el de tener a un bebé en brazos que ha salido de tus entrañas, darle el pecho, cuidarle etc. Es un gozo educarle en los caminos del Señor, ver cómo va aprendiendo y como va razonando. Disfrutamos en el parque con nuestros hijos cuando juegan con otros niños. Cuando cumplen años y la casa se nos llena de niños. Estamos contentas cuando van a la iglesia y a campamentos cristianos etc. Nos sentimos orgullosas de ser madres. En esta área de los hijos, la madre es la que está íntimamente involucrada en el cuidado de los hijos.
2. Pasa tiempo con ellos. Nosotras las que seamos madres, necesitamos pasar todo el tiempo posible con nuestros hijos antes de que tengan 7 años cuando sus caracteres ya están formados. Son años preciosos para poner el fundamento de sus vidas antes de que el mundo los invada. Por supuesto cada etapa de nuestros hijos es importante y tiene sus necesidades concretas, que tenemos que ser conscientes a la hora de tratarlos. No es lo mismo una disciplina o castigo a los tres años que a los 16 años. Tenemos que pasar tiempo con ellos, en intimidad, sentarnos a la mesa a la hora de comer sin prisas, sin televisión y conversar, compartir el día, qué tal el colegio, con sus amigos etc. Hoy día muchas madres trabajan fuera de casa y los niños llegan a casa del colegio y no hay nadie, les llaman los niños llave y pasan muchas horas solos sin relación y sin control. Intenta dentro de lo posible que no sea así con tus hijos.
3. Es muy importante controlar lo que hacen y lo que ven. Muchas veces si estamos muy ocupadas los ponemos delante del televisor para que no nos molesten, pero no sabemos ni lo que ven ni lo que escuchan. Hoy día quizás sea el ordenador, pasan mucho tiempo frente a él y no sabemos dónde se meten y lo que hacen. Siéntate con ellos y elige los programas que quieren ver, y si se ponen al ordenador no los dejes solos, que el ordenador nunca esté en su cuarto, sino en el salón donde puedas ir y ver y controlar lo que hacen y dónde se meten.
4. Sé ejemplo. No nos podemos imaginar el impacto que deja el buen o mal ejemplo en los hijos. Se puede hablar mucho y dialogar, pero si el ejemplo no concuerda con lo que confesamos, veremos como nuestro hogar se convierte en ruinas. ¡Qué triste es ver a padres que saben mucho de la Escritura, saben mucho de cómo actuar, pero su vida y su ejemplo es la peor influencia para los demás miembros de la familia! ¡Qué Dios nos libre de ser así!
5. Déjalos marchar. Debemos instruir a nuestros hijos y equiparlos de modo que cuando hayan crecido puedan dejar nuestros hogares para llevar vidas productivas y piadosas propias. Sabéis del síndrome del nido vacío, que mencioné anteriormente, y los problemas que esto ha acarreado a muchas mujeres, pero no vivimos para nuestros hijos, vivimos para glorificar a Dios. Dios nos los ha prestado durante algunos años para que los instruyamos, pero tienen que irse y dejar el hogar tarde o temprano para formar ellos mismos su propio hogar. Si hemos idolatrado a nuestros hijos y los hemos hecho el centro de nuestras vidas, entonces cuando se vayan quedaremos sin objeto y vacías de propósito. Si hemos hecho nuestros deberes fielmente al criarlos, no tendremos miedo de verlos madurar y de que dejen nuestro nido. Hay que aprender a soltarlos y dejarlos ir, con todas las consecuencias. En Proverbios a la mujer virtuosa, sus hijos la llaman bienaventurada, es de los mejores piropos que nos puedan decir nuestros hijos.
6. Por último, me gusta dejar para el final lo más importante. Enséñales lo más importante para sus vidas. La Biblia nos enseña claramente que los padres son los responsables de la educación espiritual de sus hijos (Efesios 6:4; Deuteronomio 6:6-7):”Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. Lee la Palabra de Dios con ellos, ora con ellos, ora por sus necesidades, cuando tienen exámenes, cuando se han enfado con algún amigo/a, cuando tienen miedos o temores por algo. Consuélales con la Palabra de Dios y muéstrales la maravilla del evangelio y del amor de Dios por ellos. El hogar debe ser el lugar donde la fe puede nacer y ser alimentada, donde la genuina fe puede pasarse de una generación a otra. Cuando leemos biografías de grandes hombres o mujeres de Dios, vemos la influencia que tuvieron sus madres sobre ellos, enseñándoles la Palabra y orando con ellos y por ellos diariamente. Acordaros de Timoteo como su madre Eunice y su abuela Loida le enseñaron las Sagradas Escrituras desde la niñez:”Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también” “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2º Timoteo 1:5; 3:14-15). Nunca es pronto para empezar, ya desde la barriguita podéis contarle y hablarle del Señor, cantarle canciones y orar por ellos. Hace ya algunos años, en una reunión de pastores, salió el tema de tener un tiempo devocional o de enseñanza o como lo queráis llamar, con los hijos, y para sorpresa y tristeza a la vez, de unos 12 ó 15 pastores que había, solo 2 ó 3 tenían este tiempo devocional con sus hijos! ¿Qué nos está pasando? Si los propios pastores no dan ejemplo en esto a sus congregaciones ¿qué esperamos de los demás? Si no estáis enseñando a vuestros hijos la Palabra de Dios, Dios os va a pedir cuentas y estáis perdiendo los años más preciosos de ellos, y luego ya no hay marcha atrás. ¡Orad con vuestros hijos! Es la mejor manera en que podemos pasar tiempo con ellos y enseñarles a orar. ¡Que Dios nos ayude en esta tarea!

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