Hay personas que tienen un lugar en la historia porque su fe les otorgó la victoria y lograron grandes hazañas. Dios los escogió y preparó a través de procesos que fortalecieron su confianza en Él. En la actualidad también hay personas que han salido victoriosas en las batallas de la fe. Conozco el testimonio de muchos que con la fuerza y convicción que otorga el Señor, han logrado milagros en su vida. La sanidad, restauración matrimonial o prosperidad económica son posibles si tenemos confianza en el Dios todopoderoso.
Actitudes que agradan a Dios
Hebreos 11:32-34 dice: ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.
Serás capaz de grandes victorias si tienes actitudes que busquen y agraden a Dios. Él te enfrentará a procesos que formarán tu carácter y te hará una persona vencedora.
Obrar con justicia es una de esas actitudes positivas, aferrarte a Sus promesas también lo es. Deja que te transforme y trabaje contigo. Los hombres y mujeres de Dios se abandonan a Sus procesos de restauración para alcanzar la victoria. Recuerda que las batallas forman tu carácter y fortalecen tu fe.
El proceso de formación de David
1er. Samuel 16: 22 relata: Entonces uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él.
Hay tres cuestiones que construyen nuestra identidad: lo que otros dicen, lo que nosotros pensamos y lo que Dios espera de cada uno. Esto que leímos era el testimonio de un hombre respecto a David. La opinión que tenía de él era buena, pero no se formó repentinamente. Fue necesario que pasara por muchas circunstancias que formaron su carácter, lo hicieran valiente y vigoroso. Todo fue un proceso y al final era evidente que Jehová lo acompañaba. Si quieres que Dios esté siempre contigo debes formarte según los rasgos de las personas que le agradan. Los hombres de Dios se forman.
David era pastor. Su tarea tal vez no era complicada o difícil pero tenía un propósito. Seguro nadie imaginó que ese trabajo era el taller que Dios usaría para formarlo. En las tareas más simples está la oportunidad de hacer cosas grandes.
Preparándose para la batalla
1 Samuel 17: 22-24 continúa el relato: Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien. Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David. Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor.
Mientras cuidaba las ovejas se enteró de la guerra que peleaba el pueblo. Él no fue escogido como soldado porque lo veían como un simple y pequeño pastor que no podría ser capaz de luchar en una batalla. Entonces descubre que un solo hombre atemorizaba a todo el ejército de Dios y eso lo motiva.
Retar al enemigo a pesar del menosprecio
1 Samuel 17: 26-28 habla de lo que sucedió luego: Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere. Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.
Eliab, su propio hermano, lo menospreció porque considera que siendo pastor no era digno siquiera de hablar palabras tan fuertes y valientes. David primero nombra a Goliat como filisteo que no pertenecía al pueblo de Dios; además lo llama incircunciso, o sea impuro y sin pacto sagrado. De esa forma lo reta, así como nosotros retamos a quienes se atreven a ofender a nuestros hijos.
No atiendas a quienes te menosprecian porque eres hijo de Dios y como tal vencerás en las batallas aunque otros piensen que no eres capaz de hacerlo.
Hombre valiente y decidido
1 Samuel 17: 31- 36 habla de la decisión de David: Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir. Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.
David le explicó a Saúl cuál era su escuela y cómo luchar contra leones y osos lo preparó para el reto contra Goliat. Ante los animales salvajes nunca huyó o buscó excusas. Luchó por voluntad propia y con el afán de cumplir a cabalidad la misión que le habían encomendado, nadie lo obligó.
Con valentía defendió lo que era de su padre. Fue fiel en lo poco para ser puesto en lo mucho. Muchas veces sucede así, Dios primero nos prueba con lo ajeno para luego levantarnos en lo propio.
Finalmente sus argumentos convencieron al rey de que Dios lo acompañaba desde siempre. Para pelear no permitió que le pusieran armaduras o le dieran espadas. Se enfrentó a la lucha con lo que sabía utilizar. No recibió mensaje de ángel o profeta, tampoco tuvo una visión, simplemente tomó la iniciativa de preservar a una nación, así como aprendió a preservar ovejas.
Pelear contra los gigantes
De hacer tareas insignificantes nació un guerrero, de pastorear ovejas surgió un rey. David enfrentó a quien intentaba esclavizar a los hijos de Dios. El gigante de las deudas no puede esclavizarte y humillarte. No puedes permitir que una enfermedad de subyugue. Enfréntate a los gigantes como hijo de Dios porque debes estar convencido que Él está contigo.
El gigante maldijo a David pero eso no lo detuvo. El diablo muchas veces utiliza gente para maldecirnos pero es nuestra responsabilidad anularlas, porque está escrito que debemos condenar toda lengua que se levante contra nosotros y ninguna arma forjada en nuestra contra prosperará.
Seguro has tenido que enfrentar situaciones difíciles pero es tiempo de convencerte que Dios está contigo. Asume tu identidad, Él camina con hombres y mujeres valientes que confían en Su respaldo cuando toman la iniciativa de conquistar a sus enemigos. El Señor camina con aquellos que pelean por lo que les pertenece.
David luchó motivado por la idea de honrar a Dios a través de Su pueblo. Los padres de familia somos así, luchamos por preservar la vida de nuestros hijos. Mientras no te expongas al proceso de formación para la batalla, serás vulnerable al pecado que te debilita e impide que luches.
Pelea contra las tinieblas, no permitas que éstas tomen a tus hijos. Protégelos como parte del linaje que preservará el reino de Dios. El diablo atacará a tu familia porque sabe que de allí surgirás hombres y mujeres valientes que lo enfrentarán.
Derriba a los gigantes de la pobreza, enfermedad y depresión. Saldrás vencedor de cualquier circunstancia difícil cuando permitas que el Señor forme tu carácter y voluntad.
Vencedores con el Señor
En el Salmo 34:4 David proclama: Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.
El temor es un gigante que suele vencer a los hijos de Dios porque los hace sentir débiles y desprotegidos. David tuvo miedo y sintió debilidad, pero siempre peleó con valentía.
Somos hombres y mujeres de pacto que honran a Dios con sus diezmos y ofrendas, así que tenemos la potestad de enfrentarnos a los procesos con valentía y confianza. Muestra el carácter que Dios ha formado en ti. No tengas miedo porque camina contigo, te respalda y no te dejará avergonzado.
Él ha prometido liberar y levantar a tus hijos. Tienes un Padre poderoso que te ha dado vida eterna, lavándote con la sangre del Cordero. Camina con Él de día y de noche, tienes ángeles a tu alrededor que te librarán de tus enemigos.
Hay muchos gigantes difíciles de vencer pero clama al Padre que te dará fuerza, valor y carácter para ser más que vencedor en Cristo Jesús.
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