Jesús venía trabajando con sus discípulos, entre lo que él vino a hacer y quien es él, que en ocasiones podía parecer contradictorio. Específicamente, en los últimos momentos de su vida, era vital que sus discípulos reconocieran, no lo que él venía a hacer, sino quien él era, porque él no iba a llenar las expectativas del Mesías que ellos esperaban, pero no por esto él dejaba de ser el Mesías.
En Mateo 16, pareciera que, por primera vez, Jesús estaba ocupado por lo que la gente pensaba de él, preguntando a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? A lo que ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Jesús estaba haciendo a los discípulos analizar cuáles eran las expectativas que tenía la gente de él. La gente esperaba que Juan el Bautista abriera la puerta al Mesías, y había quienes pensaban que él era Juan el Bautista, por lo que pensaban que Jesús abriría la puerta al Mesías que vendría. Otros pensaban que él era Elías, porque el libro de Malaquías habla de que vendría uno en el espíritu del profeta Elías. Pero Jesús, entones, les inquirió: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? A lo que Pedro respondió: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, [a] y sobre esta roca [b]edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Mateo 16:17-18
Jesús les pidió a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era Jesús el Cristo, pero era vital que Pedro lo reconociera. Cuando Pedro reconoce, no lo que vino a hacer Jesús, sino quien es Jesús, entonces, Jesús le dice: Y yo también te digo, que tú eres Pedro. Simón significa inestable, emocional. Pero Jesús le llamó Pedro, una roca firme. Aquella revelación que Pedro acababa de recibir del Padre que está en los cielos, había quedado firme en su interior, en su vida. Lo que Jesús estaba diciendo es que ahora sí podía construir algo con Pedro, con aquella revelación que estaba en su interior.
En tu interior debe haber tal seguridad, que Dios pueda construir sobre algo sólido en tu vida. Reconoce al Dios Todopoderoso por quien es él en tu vida y, entonces, realmente él podrá construir sobre ti algo contra lo que las puertas del infierno no podrán prevalecer. Cuando alcances esta firmeza en tu interior, nada de lo que el mundo diga o haga, te moverá de quien tú eres en Cristo Jesús, y Dios construirá algo contigo.
Si las experiencias que has vivido no te han sacado del evangelio, entonces, estás en tu mejor momento, porque hoy se puede construir algo contigo. Si todavía sigues creyendo, a pesar de los problemas que has tenido, de las dificultades que has enfrentado, hoy se puede construir algo contigo, porque ya tú no eres movido por cualquier cosa, ya los problemas no te sacan de tu fe. Quizás, antes eras inestable, pero hoy, después de un tiempo con el Señor, ahora que le conoces y sabes quién es él para tu vida, ahora tu vida tiene una firmeza, una seguridad, sobre la cual, verdaderamente, Dios puede invertir y construir algo contigo.
La revelación divina que has recibido de quien es él, te hace caminar seguro, y te hace a ti un lugar firme, estable, sobre el cual Dios puede construir algo, que va a perdurar, aun en contra del mismo infierno. Y es maravilloso caminar en esta vida, sabiendo que no hay nada que el enemigo pueda hacer que pueda destruir lo que Dios está construyendo en tu vida.
En los versos siguientes, Jesús habla a sus discípulos de todo lo que le correspondía padecer. Él no les había declarado nada de esto antes porque, cuando sus discípulos vieran lo que él iba a pasar, si no había una piedra segura sobre la cual construir –que era la piedra de la revelación– lo que ellos iban a ver que Jesús iba a pasar los haría dudar de quien él era, porque lo que ellos iban a ver no guardaba congruencia con lo que ellos esperaban que pasara.
Antes de moverte, antes de pasar a cualquier cosa en tu vida, siempre procura tener una revelación, porque es la revelación la que te hace caminar, a pesar de lo que tienes que pasar.
Nunca más dudes de todo lo que Dios te ha llamado a hacer, de todo lo que Dios ha puesto en tu vida. El llamado de Dios se va a completar, el propósito de Dios se va a completar en tu vida, pero eso no ocurre si primero no caminas bajo una revelación. Una revelación de quien tú eres, y de quién es Dios para tu vida, es la que te permite continuar por el camino de Jerusalén, de los fariseos, de los escribas, de los insultos, sabiendo que te vas a levantar al tercer día
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