Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Juan 15:12-16
El concepto de amigo que se tiene hoy día es uno erróneo, donde eres considerado amigo por lo que puedas hacer por otros; pero eso no es ser un verdadero amigo. Este concepto de amistad lleva a que las relaciones estén basadas en falsas expectativas. La mayoría de las relaciones de amistad terminan porque están basadas en este principio equivocado. La relación de amigos debe estar basada en quien eres para la otra persona. De la misma manera, en muchas ocasiones, condicionamos nuestra relación con Dios, a lo que él puede hacer por nosotros y lo que nosotros podemos hacer para él. Y es ahí que comienza el conflicto de las expectativas porque, en realidad, una relación con Dios debe estar basada en quien eres para Él y quien es Él para ti.
Cuando entiendes quién eres, entonces entiendes lo que tienes que hacer, y cuando entiendes lo que tienes que hacer, a pesar de las circunstancias que estés viviendo, no cuestionarás quien eres, ni dejarás de hacer lo que te corresponde.
En Juan 15:12-16 Jesús les dice, a sus discípulos que son sus amigos. Jesús dijo esto a todos, incluyendo a Pedro y a Judas, a pesar de que sabía que uno lo negaría y el otro le entregaría. Jesús no esperó decirles eso al final porque, si lo hacía en ese orden, los discípulos nunca lo creerían porque sentirían que en algún momento no iban a cumplir con las expectativas de Jesús. Aun así, Judas se quitó la vida porque nunca entendió que Jesús era su amigo y le amaba, no importando lo que hiciera.
Jesús les dice de antemano estas palabras a sus discípulos porque quería que entendieran que, no importa lo que ellos pudieran hacer o no por Él, desde ese momento, les llamaría amigos. Les dijo: Llegó el momento, hasta aquí serán siervos, hasta aquí ustedes hacían solo lo que yo decía, no seguirán más órdenes, ahora ustedes son amigos.
En estos versículos, Jesús les está diciendo a sus discípulos lo que te está diciendo a ti hoy: Tú eres mi amigo porque ya di mi vida por ti, y eso no lo va a cambiar nada, no importa lo que hagas.
Jesús te dice hoy: Mi relación contigo no está basada en mis expectativas de ti. Mi relación contigo está basada en el valor que te doy hoy, aunque sé que, en este caminar, en algún momento, me traicionarás, me dejarás; pero, aun así, debes recordar que yo ya rendí mi vida por ti. Di mi vida por ti, desde antes que nacieras, sabiendo que, en algún momento, fallarías; y no importa lo que hagas, lo que digas, lo que pases, de todos modos, yo te voy a llamar amigo. Entregué mi vida por ti, y lo que hice no está condicionado a lo que tú puedas darme, porque ya está hecho. Lo hice por quien eres para mí, mi amigo, y como yo entregue mi vida por ti, de esa misma manera, te voy a levantar del lugar en donde estés y del lugar en el que caigas. Di mi vida por ti antes de que me negaras, que me abandonaras, antes de que me dejaras, antes de que hablaras mal de mí; no importa lo que hiciste, lo que haces o lo que harás; no importa lo que pase, te voy a amar, siempre. Recuerda, nadie tiene mejor amigo, nadie sabe lo que es ser amigo si no da su vida por los demás (Jn.15:13), por eso di mi vida por ti.
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